lunes, 15 de noviembre de 2010

ESTO SI QUE ES MORRO


Hace unos días saltó la polémica por unas declaraciones del Alcalde de Valladolid, en alusión a la nueva ministra Leire Pajín. Se hablaba de “morros”.
Esta mañana, en la apertura del X Encuentro Financiero Internacional de Caja Madrid, Dª Esperanza Aguirre ha soltado unas cuantas “perlas” que contradicen su anterior y reciente actuación en Caja de Madrid.
1.- "Hay que abrazar la ortodoxia financiera para sanear y reconstruir la economía". Esta frase la ha lanzado, después de criticar a los reguladores y supervisores, como el Banco de España o el Banco Central Europeo.
2.- “Quienes niegan las leyes de la Economía o quienes piensan que se pueden abolir o se pueden modificar por votación, como se deroga o se modifica una ley en las Cortes, no quieren darse cuenta de que en el fondo lo que están diciendo es que la escasez puede abolirse por decreto o que vivimos en un mundo en el que la abundancia es ilimitada”. “Es un error como abolir la ley de la gravedad por decreto o que la escasez pueda eliminarse por decreto”.
Dª Esperanza tiene un morro que se lo pisa, y no me estoy refiriendo precisamente a sus facciones. Además debe pensar que el resto de los ciudadanos no nos enteramos de la misa la media; y quizás en esto tenga razón. Porque si los ciudadanos reflexionáramos un poco y simplemente recordáramos sus maniobras rastreras para controlar Caja de Madrid, no hace siquiera un año, seguramente compartirían conmigo eso del “morro que se lo pisa”.
Dª Esperanza critica al Banco de España, que le paró los pies con lo de Caja Madrid y predica una teoría económica ultraliberal, considerando que las llamadas “leyes del mercado” son inamovibles como la ley de la gravedad, dice ella. Pero a la hora de “dar trigo”, Dª Esperanza solo ve el trigo que ella pueda manejar; el trigo que le pueda mantener en su puesto. Concretamente en Caja de Madrid, Dª Esperanza quiso colocar al inútil de Ignacio González para tener asegurado el manejo de esta caja de ahorros. Aquí no había “ortodoxia financiera” que valga, ni “ley de Economía” a abolir. Le recuerdo a Dª Esperanza (… esa memoria …) que fue ella, al puro estilo Hugo Chávez, la que modificó la Ley de Cajas de la Comunidad de Madrid (junio 2009) a su medida, para chanchullear. Al final le salió mal y fue el Sr. Rato el encargado de dirigir esta caja de ahorros.
Dª Esperanza, me dan miedo sus abrazos a la ortodoxia financiera. ¿Quizás se refiere Vd. a esa ortodoxia ultraliberal que, después de engañar a todo el mundo, exige a los poderes públicos (con los impuestos de los ciudadanos) inyecciones de dólares o de euros para no quebrar y evitar que el mal sea mayor?. Dª Espe (y perdone el diminutivo), ¿no le parece un poco fuerte que esa doctrina que Vd. abandera ignore que en este mundo, desde que el “austrolopithecus” evolucionó hacia lo que hoy somos Vd. y yo (sí; también Vd. viene de ahí), se han producido en los últimos siglos alguna que otra revolución tendente a mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos?. ¿Ha pensado que lo que Vd. y sus amigos del “Tea Party” propugnan no tiene nada que ver con esas supuestas leyes económicas a las que Vd. alude y que no son tales leyes, sino horcas caudinas que utilizan los ricos para que los pobres pasen debajo de ellas?.
Por favor, le pido un poco de reflexión, si es que su prepotencia se lo permite, y solamente sea coherente con lo que dice. No sea tramposa. Hoy por la mañana dice blanco y actúa como negro. Pero eso no es óbice para que mañana le convenga más predicar negro y actuar en blanco. Tampoco podemos olvidar que toda esa actividad ideológica tan fluida, seguramente estará aderezada con alguna que otra ración de “pésame Señor” tan frecuente entre las gentes con las que convive y negocia permanentemente. Está claro: los negocios bendecidos suelen tener algún tipo de bula, sea papal o no papal, que los hacen más decentes.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

UNIVERSITAS, MASTER, BUSINESS



En estos tiempos es bastante corriente que alguien nos comente que su hijo, el hijo de un amigo o simplemente un conocido, está haciendo un “Máster”. Parece ser la panacea que resuelva todos los futuros problemas de empleo con los que se va a encontrar un licenciado, recién finalizada su carrera universitaria.
Pero ¿qué es de verdad eso de un “Máster”?. En mi opinión, es un negocio colateral y muy boyante, que han montado las Universidades, tanto me da que sean públicas o privadas, en colaboración con una serie de empresas y organismos, con el reclamo de conseguir para los participantes un empleo con mayor facilidad. En ese negocio participan activamente un elevado número de profesores de la universidad promotora del máster y una serie de colaboradores externos, que se supone tienen la formación adecuada para impartir los temas propios de la especialidad de que se trate. Claro está, todos cobran por sus colaboraciones, como no podía ser de otra manera.
La Universidad (la “Universitas”), esa institución en la que antes, además de recibir las enseñanzas propias de la carrera de que se tratase, los estudiantes aprendíamos a ser críticos, a cuestionar y polemizar sobre los más diversos temas, han pasado hoy a ser otra cosa. Creo que se gestionan no con criterios académicos, sino dando un peso muy fuerte a los criterios económicos. Y claro está, estos criterios obligan a rentabilizar estas instituciones. Y aparecen cientos de “Másteres” de lo más diverso. Por ejemplo, una prestigiosa universidad de Madrid, ofrece desde un máster en “Comunicación de Moda y Belleza Vogue”, a otro de “Ingeniería Matemática”; o un tercero de “Gestión y análisis de Políticas Públicas”. Todo ello dentro de una oferta de más de 75 másteres diferentes.
Entre la oferta que esa universidad publicita a través de su web, podemos ver que el coste de un máster de un curso académico de duración (octubre a junio), va desde 7.300 euros hasta 12.000 euros; o uno intermedio de 9.000 euros.
Cuando finaliza el alumno su máster, es frecuente que realice unas prácticas en diferentes empresas, que se dicen “colaboradoras”, en las que desarrolle los conocimientos adquiridos. Y aquí viene la segunda parte del “Business”: es bastante normal que esas prácticas sean “by the face”, es decir, sin remuneración alguna por parte de las empresas “colaboradoras”, que acogen en su seno a estos alumnos “masterizados”, a los que explotan laboralmente hablando. Puede ser muy duro el término explotación, pero en mi opinión, explotar a un trabajador es no pagarle por su trabajo. Y esta práctica está extendida y consentida por las Universidades (que conocen perfectamente el tema) y por los poderes públicos que miran hacia otro lado.
Es indudable que nuestra sociedad está sufriendo unas profundas transformaciones. Con frecuencia nos quejamos de la pérdida de valores humanísticos en favor de una prevalencia del status social y económico: “tanto tienes, tanto vales”. A mí me parece lamentable que sea la Universidad, esa institución humanística por excelencia, un activo colaborador en esa carrera por la pérdida de valores.