Recuerdo que en el primer coche que me compré, un Seiscientos, tenía una palanquita junto al volante, que se movía hacia arriba y hacia abajo. El vendedor me explicó que era el mando de los intermitentes: unas lucecitas que tenía aquel Seiscientos delante y detrás. Moviendo la palanquita hacia abajo, se encendían intermitentemente (de ahí el nombre) esas lucecitas de la izquierda, tanto las delanteras como las traseras. Estas lucecitas indicaban al resto de conductores que iba a girar a la izquierda. Si movía la palanquita hacia arriba, pasaba exactamente lo mismo con las lucecitas de la derecha y el resto de conductores podía conocer mi intención de girar a la derecha. Además, moviendo la palanquita hacia o hacia abajo, podía advertir al resto de conductores que iba a cambiar de carril, cuando circulaba por una de esas escasas carreteras que tenían dos carriles.
Han pasado más de cuarenta años y los Seiscientos ya no se fabrican. Hoy tenemos unos coches con muchos más avances técnicos. Con unos tableros de instrumentos muy completos: con sensores de lluvia, sensores de luz, ordenador de a bordo, navegador, unos equipos de música de impresión, y qué sé yo cuántas más virguerías. Incluso siguen teniendo una palanquita al lado de volante para accionar las lucecitas de los intermitentes. ¿Seguro?. Al menos mi coche, que tiene muchas chorraditas, también lleva la palanca de los intermitentes. Y funciona con el mismo sistema que la de mi primer Seiscientos. Y es muy fácil de utilizar.
Lo chocante es que tengo la sensación que hay muchos coches, incluso de la misma marca y modelo que el mío, y sobre todo los de muy “alta gama”, que no deben tener la tal palanquita. ¿Será cosa de los avances técnicos?. Cada día veo menos coches a los que se les enciendan los intermitentes y que, de repente, giran a izquierda o derecha provocando unos frenazos importantes por parte del resto de conductores y algún que otro golpe. Los fabricantes deberían replantearse este tema. Sencillamente, no deben de funcionar esas palanquitas.
Pensando un poco más sobre este asunto, que me tiene preocupado, estoy empezando a atar cabos. ¿A ver si todos los coches, sean de la marca que sean, tienen la palanquita y el problema de los intermitentes no es técnico y es de otro tipo?. ¿Pudiera ser que lo único que les importa a determinado tipo de personas es lo que hagan ellos y el resto les importa un pito?. ¿Va a tener que ver la historia de la palanquita, para prevenir a los demás y evitar accidentes, con un tipo de comportamiento habitual de bastantes personas?. Pues va ser que sí. Además, acabo de caer en la cuenta de la cantidad de palanquitas que no usan algunos.
Si soy de esos que ignoran la palanquita de que hay más gente, ¿con qué cara puedo exigir a mis representantes que no me ignoren a mí?. Si soy de esos que ignoran la palanquita del IVA, en esa factura que no me va a dar el manitas de turno por la última chapuza que me ha hecho en casa, ¿con qué cara puedo exigir que metan mano a esos golfos de la economía sumergida?. Y si soy de aquellos de misa, comunión y pésame Señor, e ignoro la sagrada palanquita de mi religión, que me dice que tengo que pagar adecuadamente a mis empleados y tratarles como personas, ¿con qué cara puedo ni siquiera mirarles a los ojos y dormir tranquilo?.
Pues vaya lío el de las palanquitas. Ahora resulta que vamos a tener que preocuparnos de los demás. Incluso de la economía sumergida. Eso son pamplinas de meapilas. Yo, que soy un tío hecho y derecho, me basto y me sobro solo; los demás no son cosa mía. Para eso de los demás está el Gobierno, que por cierto siempre lo hace muy mal, y para los pobres, Cáritas y esas moderneces que han inventado ahora y que llaman ONG’s .