jueves, 6 de diciembre de 2012

¿CURARA LA MENTIRA LA SANIDAD PRIVADA?


El pasado mes de mayo, recibí en casa una carta del Sr. Fernández-Lasquetty, junto a mi tarjeta sanitaria de la que había solicitado un duplicado por deterioro. Me ha parecido oportuno comentar el contenido de esta carta y contrastarlo con lo que siete meses después está pasando. 
           Comienza su carta el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, diciendo que tiene el gusto de remitirme la tarjeta “en nombre de la Presidenta de la Comunidad de Madrid (todavía Dª Esperanza)”. A continuación me dice que: “esta tarjeta le permite acceder gratuitamente a los Servicios del Sistema Sanitario Público de la Comunidad de Madrid”. Después comienza un spot publicitario en el que me cuenta, que la Comunidad de Madrid “cuenta con más de 420 Centros de Salud (quizás no sepa el número exacto) de los cuales 67 han sido construidos en los últimos años”.También me indica que “la Comunidad de Madrid cuenta con 33 hospitales públicos, 8 de los cuales han sido construidos recientemente”. Para darle más contenido al spot publicitario, reitera que: “todos los servicios sanitarios son gratuitos” y que ello “supone un gran esfuerzo económico para todos los madrileños. Cada año dedicamos más de 7.000 millones de euros para pagar el coste del Sistema Sanitario de la Comunidad de Madrid”. Finalmente viene la sabia recomendación: “Le invito a tener en cuenta este valor, haciendo un uso adecuado de estos servicios”.
Desde mi condición de contribuyente con más de 48 años de “ejercicio”, me gustaría comentarle y corregirle al Sr. Fernández-Lasquety algunos puntos de su carta.

Está Vd. en un gravísimo error Sr. Consejero: mi Tarjeta Sanitaria no me permite acceder gratuitamente a ninguno de los servicios sanitarios de la Comunidad de Madrid. Yo voy pagando. Mejor dicho, he pagado esa asistencia hace mucho tiempo. He ejercido (y ejerzo) de contribuyente, tanto a la Seguridad Social (43 años) como a la Hacienda Pública (48 años). Desde 1964, dos años antes de que Vd. naciera, este contribuyente ya estaba costeándose su asistencia sanitaria de pasado mañana, y la de otros muchos.

Tengo la desagradable sensación de que con esos impuestos, además de que no nos salga gratis nada, colaboramos a que gente como Vd. haya vivido toda su vida a costa nuestra. Un rápido repaso a su biografía (http://bit.ly/JHSILC ), permitirá al lector apreciar que siempre ha vivido del erario público de la mano de la Sra. Aguirre, del Sr. Aznar y de los impuestos que hemos pagado y seguimos pagando los contribuyentes.

           Pero ahora hay que dar un paso más. Tanto la lideresa (desde la sombra), como el títere que tenemos de Presidente de la Comunidad de Madrid y el Sr. Fernandez Lasquetty, han decidido que es mejor para la ciudadanía que la Sanidad Pública se privatice (http://bit.ly/REP7T8). No entiendo mucho de leyes, pero a mí me parece que esto es algo así como una estafa, un timo, o un robo a los derechos de los ciudadanos. Es una subasta (posiblemente ya convenida) de algo nuestro, que hemos pagado y seguimos pagando, para malvenderlo. Es hacer un mal uso de una representatividad que no quieren entender en qué consiste.

          Hace solo siete meses me lanzan una filípica para contarme las bondades del Sistema Sanitario Público de la Comunidad de Madrid, y hoy nos quieren privar del mismo. En lenguaje popular esto es una golfada.

Probablemente hasta sean cristianos practicantes, pero con esto de los recortes, al igual que ya no hay burro ni buey en el portal de Belén, quizás se haya perdido también el octavo mandamiento: si no recuerdo mal, el de “no mentir”.


viernes, 30 de noviembre de 2012

NECROLOGICA

 
 
 
 
   

         
              











      

sábado, 10 de noviembre de 2012

MEMORIAS


            He reunido algunos “hechos y acontecimientos relevantes”, contenidos en las Memorias de Caja Madrid de los años 2008 y 2009, es decir, en plena crisis financiera.
            En la carta de presentación de Informe anual 2008  Miguel Blesa, entonces Presidente de Caja Madrid, decía textualmente: “En un año de grandes pérdidas para muchos bancos en todo el mundo, Caja Madrid ganó 1.200 millones de euros antes de impuestos, lo que es sin duda uno de los mejores resultados del panorama internacional”.
                En el Informe anual de 2009, se contenían afirmaciones como éstas: “nuestra gestión se ha enfocado a dar fortaleza al balance, manteniendo una posición equilibrada en el crecimiento del crédito y los recursos captados de clientes”… …   “el crédito se ha mantenido activo frente al retroceso generalizado del sector, consiguiendo un histórico 6,9% de cuota de mercado.” O bien: “Convencidos de que nuestros clientes e impositores son nuestra mayor fortaleza, hemos sido muy activos en iniciativas que desarrollan la relación con los mismos. La vinculación ha sido un componente fundamental en el diseño de productos con el fin de premiar la fidelidad y potenciar relaciones amplias y duraderas con los clientes, al tiempo que se da respuesta a sus demandas actuales en las mejores condiciones del mercado.”
En el mismo informe de 2009, al hablar de productos novedosos se dice: “Por último, destaca la emisión de Participaciones Preferentes Caja Madrid por importe de 3.000 millones de euros, que tuvo una gran acogida entre los inversores, especialmente de los clientes de Banca Personal.”… … … “El asesoramiento de inversiones se personaliza en función del perfil de riesgo y el horizonte temporal marcado por el inversor, utilizando como herramienta de apoyo el Asesor Personal, un instrumento de gestión de carteras que mejora la operativa, agilizando la contratación de propuestas de inversión, con un notable ahorro de tiempo para el gestor comercial y una mejora sustancial de la eficiencia.”
Finaliza Miguel Blesa su carta de presentación del Informe 2009 diciendo: “En definitiva, hemos terminado el año con un balance fortalecido, equilibrado y con provisiones reforzadas que permitirán hacer frente a un futuro con grandes desafíos pero del que saldremos robustecidos.”
Dejo a juicio del lector la interpretación de estos “hechos y acontecimientos relevantes” contenidos en los Informes Anuales a los que me he referido.
En esos años formaban parte del Consejo de Administración de Caja de Madrid, de la Comisión de Control y del Comité de Dirección, no más de 35/45 personajes de la más diversa procedencia (Partidos Políticos, Sindicatos, Organizaciones Empresariales, Ayuntamientos y Comunidad de Madrid). Estos directivos (perdón por el calificativo) que suscribían, con su asentimiento o con su silencio tales afirmaciones, hoy no recuerdan nada. Eso de la “Memoria”, no va con ellos. No se acuerdan tampoco de las escandalosas cantidades embolsadas por una nefasta gestión, a todas luces interesada y engañosa. Menos aún se van a acordar de resarcir a la Sociedad el daño causado; ni siquiera de pedir perdón y reconocer su falta de ética y profesionalidad.     

viernes, 26 de octubre de 2012

SENSACIONES CULPABLES



                Ayer he hablado con mi amigo Manuel. Manuel trabaja desde hace más de treinta años en aquello que era Caja de Madrid y que hoy es Bankia. Manuel ha vivido en carne propia, lo mismo que unos cuantos miles de empleados de la antigua Caja de Madrid, el entierro de aquella entidad tricentenaria. En solo quince años, una panda de gestores inútiles, comandados por un pelele (nombrado por los políticos de turno) y por un ex director del FMI (inútil donde los haya), se la han cargado impunemente.
                Estos responsables directos del desastre de Caja Madrid y del matrimonio contra natura con el resto de cajas que han conformado Bankia, están tan frescos. Después de hundir a Caja Madrid y llevarse millones de euros fruto de “contratos de salida” totalmente vergonzosos, faltos de toda ética profesional y me atrevería a decir que hasta ilegales, disfrutan tranquilamente de su incompetencia, su desvergüenza y su mediocridad, con la tranquilidad de haber desarrollado una gran labor.
                Pues bien, mi amigo Manuel, que aún sigue trabajando en Bankia, se siente culpable de este desastre. Y me llamaba para descargarse conmigo de su culpabilidad.
Los golfos e incompetentes causantes del desastre, han conseguido el más difícil  todavía: hacer sentirse culpables a los empleados de a pie, del desastre que ellos provocaron. Ahora un gran número de empleados se sienten culpables de ejecutar las políticas comerciales que les obligaban a cumplir y de los argumentos comerciales que tenían que transmitir a los Clientes.
Sin embargo, los culpables de implantar esas políticas comerciales, los culpables de tanto préstamo hipotecario fallido a grandes promotores inmobiliarios, los culpables de tanta hipoteca “sub prime” a particulares, los culpables de tanto desahucio consecuencia de préstamos mal estudiados y peor concedidos, los culpables de la política de colocación de “participaciones preferentes” a particulares sin formación financiera, con argumentos y engaños clamorosos,  los culpables, en fin, de pretender dirigir una caja de ahorros sin tener la más remota idea de qué eran ese tipo de entidades, son otros. Son esa cuadrilla de gestores inútiles, mediocres e inmorales que no tienen la más mínima sensación de culpabilidad.
Ellos eran los chicos de la película, los de las fotos, los de los sueldos escandalosos, los pastores de un rebaño de dóciles corderos que, o bien obedecían, o bien eran sacrificados en aras del bien común (el de ellos, claro está). Pero, por favor, ¿cómo se van a sentir culpables de esos brillantes resultados que año tras año publicaban? Lo que menos importaba era que una parte sustancial de esos beneficios procedían de operaciones especulativas ajenas al objeto social de una caja de ahorros. Tampoco tenían importancia las trampas contables que han ocultado a la Sociedad (la única propietaria de una caja de ahorros), la mierda subyacente en sus Balances. Su ego es tan grande, que no son capaces de pensar en los miles de millones de euros que los contribuyentes hemos tenido que aportar, para inyectar en el cuerpo exhausto y maltrecho de esa Entidad que ellos heredaron sana y fuerte. Tan sana y fuerte, que todavía hoy parece imposible que, en tan poco tiempo, una panda de desalmados la hayan convertido en  una piltrafa.
                Entretanto, mi amigo Manuel  y cientos de profesionales y amigos que aún conservo de la antigua Caja Madrid, están pasando por su Calvario particular de sentir una culpabilidad que no les corresponde. Y lo más triste de todo para mis amigos, para mí y para todos los contribuyentes, es que a ninguno de los verdaderos culpables les va a pasar nada.
Nadie sabía nada. Nadie va a devolver  nada. Nadie va a pagar su falta de ética, sus engaños a los Clientes, el enorme perjuicio económico a toda la Sociedad.  Habrá un simulacro de “acciones judiciales”, con las debidas dilaciones para obtener la oportuna prescripción , etc. etc. . Una vez más, los políticos responsables directos de los nombramientos de los “gestores” (gestores de intereses personales y partidistas) darán la callada por respuesta. Y una vez más, el tiempo, ese fármaco de amplio espectro y acción inmediata, borrará de la memoria de la gente estas barbaridades. Y como dice un buen amigo mío: “En este país, solo van a la cárcel los pobres y los gilipollas”.

martes, 31 de julio de 2012

CURIOSIDADES DEL LENGUAJE COMUN

Cuando era estudiante de Bachillerato (in illo tempore), me producía mucha curiosidad eso de los prefijos y los sufijos. Ya solamente los nombrecitos me llamaban la atención. Luego pude comprobar y conocer lo útiles que son.
Hace unos días, la amiga de una hija mía celebraba su cuarenta aniversario y empezaron a tomarle el pelo llamándole “cuarentona”, mientras que sus amigas solo tenían treinta y nueve años y, en consecuencia, eran  “treintañeras”.
Entonces caí en la cuenta de que el sufijo “ero”, lo utilizamos para hablar de personas jóvenes. Comenzamos refiriéndonos a los más jóvenes como quinceañeros, luego son veinteañeros e incluso treintañeros. Pero de repente, dejas de ser “ero”, es decir joven, (con treinta y nueve años) y pasas a ser usuario del sufijo “ton”. Tu próximo cumpleaños te convierte en un cuarentón. Ya eres mayor. El lenguaje popular ya te ha encasillado en el grupo de los “tones”: cincuentones, setentones, etc.. ¡Qué vida esta!. Eso, sin contar que más adelante emplearemos otro sufijo más contundente: el sufijo “genario”. Éste lo utilizaremos para cuando seamos más mayores: sexagenario, octogenario, etc., es decir, para cuando nos llamen viejos.
A mí me parece que eso del lenguaje está muy bien, pero luego la realidad es otra. Conozco a veinteañeros que serían “veintegenarios” y a setentones que serían “setentañeros”.
La juventud y la vejez, son temas de calendario;  pero sobre todo de mentalidad.

domingo, 29 de julio de 2012

HIPOCRESIA. OTRO DIA SIN IVA


             Los periódicos de mayor tirada, en su edición de hoy domingo 29 de julio de 2012, incluyen un folleto publicitario de la empresa alemana Media Markt, en el que publican la foto que encabeza este artículo: “ofertan” a los compradores la exención del IVA durante los días 30 y 31 de julio. Esta práctica la lleva haciendo este comercio al menos dos años (http://armandoalonso.blogspot.com.es/2011/06/sin-iva.html).

            ¿Estará la Sra. Merkel de acuerdo con este slogan de esta empresa alemana?. ¿Creen las autoridades fiscales españoles y europeas que es oportuna esta publicidad (falsa, por otro lado) en un momento tan crítico de subida del IVA?. ¿No es una muestra más de la HIPOCRESIA reinante en nuestra economía?. ¿No es una muestra más del sometimiento de los políticos a los grandes grupos empresariales?.

            Y luego dirán que los ciudadanos nos indignamos por nada y ponemos pegas por todo.

martes, 17 de abril de 2012

BANCO DE “ESPAGNA”




Como era de esperar he tenido que seguir con mi reclamación al Banco “Espagnol” de Crédito y he acabado esta mañana en el Servicio de Reclamaciones del Banco de “Espagna”. No, no es un error ortográfico, es que me ha sido imposible escribir España o Banco Español de Crédito en un impreso de reclamación que el Banco de España pone a disposición de los reclamantes en su Web.

            Ayer entré en la Web del Banco de España, Servicio de Reclamaciones, http://bit.ly/9vwqFy para conocer los pasos a seguir para presentar una reclamación. En esta página, se explican los derechos de los Clientes bancarios para reclamar sus quejas de forma prolija y muy clara. Además, facilitan la tarea del reclamante poniendo a su disposición un formulario para hacer la presentación física en sus Oficinas. Este formulario se presenta en un PDF, que se puede rellenar desde el PC, en el que el Cliente bancario cuenta su historia. Pues bien, cuando comienzo a rellenar este formulario y debo indicar mi nacionalidad, ¡oh sorpresa!, tengo que poner “espagnol”: por más que intento poner español, nuestra querida ñ no es tan querida en este documento. Y como quiera que el banco objeto de la reclamación también tiene ñ, tengo que poner otra vez “espagnol”.

            Al presentar el impreso oficial de mi reclamación, le comento al funcionario que me atiende que me ha sorprendido lo de la ñ. Él, muy digno, me lanza una mirada despectiva y, después de sellar la documentación, me responde que “eso no es de su incumbencia, que si quiero hacer una reclamación, me dirija a un teléfono que hay al efecto en el vestíbulo de entrada”. De momento me quedo perplejo: ¡era una simple observación sobre la imagen que puede dar una institución como el Banco de España (con ñ, por cierto), cuando en uno de sus impresos no puede utilizarse esa letra en un PC!.

            Efectivamente en el vestíbulo hay un teléfono sobre una mesita con un cartel encima que reza “Servicio de Reclamaciones, no es necesario marcar solo descolgar”. Me ha picado la curiosidad y he descolgado el teléfono. Al otro lado me ha respondido una señora a la que le contado lo mismo que al funcionario anterior. Le hago ver que no estoy hablando de ninguna reclamación; que simplemente quiero hacer la observación sobre la ñ y la imagen que puede dar el Banco de “Espagna”. Que solamente quiero colaborar a mejorar la cosa. La buena señora permanece callada y, aunque no le veo la cara, tengo la sensación de que será la misma que ha puesto el funcionario anterior. Sale del paso y me dice que verá a quién se lo informa.

            Espero no tener que hacer ninguna otra reclamación al Banco de España, porque estoy seguro que seguirá siendo de “Espagna” en el PDF que facilitará en su Web.  

domingo, 8 de abril de 2012

LE PÉTIT NAPOLÉON


         Anda estos días el Sr. Sarkozy un tanto desquiciado. Evidentemente está muy preocupado, como cualquier político, en que hay que cuidar la viña (la suya), que se le acaba el chollo. ¡Anda que si en la primera vuelta de las elecciones francesas le dan boleta¡. ¡Con lo majo que se cree él y lo que luce con su Carla!.

Alto no será, pero cabrón (salaud como le dirían en su país), lo es un rato. ¿Por qué este imbécil tiene que aludir a la situación económica española para acojonar a sus votantes, y de paso, jodernos un poco más a los vecinos del sur?. No hace falta que le pétit Napoléon nos dijera que Zapatero era un inútil, como lo es Rajoy y como lo es él mismo: ya lo sabíamos nosotros. Y también lo saben muchos franceses. También los amigos franceses, igual que muchos otros europeos, sabemos que la pandilla de políticos que están ahora mismo en el ajo, no son más que unos peones de los grandes grupos financieros. ¿O todavía alguien piensa que frau Merkel no está al servicio de la gran banca alemana y que las medidas que está imponiendo a Rajoy, y antes a griegos y portugueses, no tienen nada que ver con la banca alemana, primera prestamista de los bancos españoles? ¿No será  que le pétit Napoléon tendrá algún interés oculto en que los terroristas financieros, sí, los que juegan a diario con esa prima tonta: la prima de riesgo, saquen provecho de sus manifestaciones y le pasen bajo mano una comisión de vocero cualificado?.

Sr. Sarkozy: ¡Cállese de una puñetera vez y métase en sus cosas, que tiene suficiente material interno como para trabajar a tope!.

Y aquí, mientras tanto, los peones políticos del terrorismo financiero callados como muertos.

¿ATENCIÓN AL CLIENTE?


Soy cliente de Telefónica Móviles España S.A. (Movistar) desde 1998, cuando ni siquiera se llamaba Movistar. He pagado puntualmente todos los meses mis facturas, como es normal, y hasta el pasado 1 de febrero todo iba bien. Pero resulta que en la factura de esa fecha me incluyen un cargo de 20 € correspondiente a 5 pagos Movistar, concepto que ni tengo contratado ni sé lo que es. Entonces comienza mi aventura con ese servicio de “Atención al Cliente” que es el teléfono 1004. Es decir, comienzo a darme cabezazos contra el muro del 1004. Cada vez me dicen una cosa, hasta que alguien, que al parecer entiende lo que demando, me abre una reclamación y me dice que en el próximo recibo me abonarán la cantidad indebidamente cobrada; y que toma nota para que no vuelva a producirse. Efectivamente en el recibo de 1 de marzo, estaban abonados los 20 €, pero ¡sorpresa!, me cargan 25 €, correspondientes a pagos Movistar del mes anterior. Esta situación, vuelve a repetirse en el recibo de 1 de abril, en el que me han abonado los 25 €, que previamente tuve que reclamar por el mismo procedimiento anterior, lo que produce la paradoja de un recibo de importe de -3,93 €. Como era de esperar, también en este recibo me han cargado otros 20 € de pagos Movistar. Y casualmente, en mi cuenta no se ha producido ningún abono de 3,93 €. Como puede suponer el lector, tengo la cabeza dolorida de los cabezazos que me he dado contra el muro del 1004.

            Cansado de tanto trajín, y habiendo enviado una carta reclamación a Telefónica Móviles S.A. y otra a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, opto por iniciar los trámites de cambio de operadora de telefonía móvil el pasado lunes. De nuevo ¡sorpresa!. Comienzo a recibir llamadas de Movistar tanto para indagar por qué les abandono, como para ofrecerme el oro y el moro si me quedo con ellos. Decido irme y seguir reclamando mi dinero.        

También en este primer trimestre de 2.012, he tenido mi propia aventura con Banesto. Yo tenía en Banesto un depósito de ahorro y una cuenta corriente en la que periódicamente me abonaban los intereses del depósito. El contrato de esa cuenta corriente refleja expresamente que no tiene ningún tipo de comisión de mantenimiento. Todo iba bien y fuimos felices durante dos años, hasta que a finales de enero decido cancelar mi depósito e irme a otro banco que me ofrece mejores condiciones que Banesto. Al no necesitar la cuenta corriente, decido cancelarla también. Acudo a una sucursal diferente a la mía y me indican que no puedo cancelar la cuenta, porque hay que hacer una precancelación. En mis casi cuarenta años de profesión bancaria (siempre en Sucursales), nunca oí hablar de esa figura operativa de la precancelación; pensé, en un primer momento, que la cosa sería a consecuencia de la reforma financiera. Acudo a la sucursal de la que soy cliente y el director me cuenta una milonga que no entiendo. Hace unos pases mágicos desde su ordenador y me dice que ya puedo cancelarla desde la sucursal que quiera. Al día siguiente en otra sucursal de Banesto, intento cancelar la cuenta. El empleado que me atiende dice que le debo al banco veintitantos euros, cuando el saldo era de 1.387,59 € a mi favor. Ante mi protesta y después de hablar con el director de mi sucursal, me indica que solo puedo retirar de mi cuenta 1.372,66 €, cosa que hago inmediatamente. Al volver a casa reviso todos los movimientos de mi cuenta corriente y descubro que en noviembre de 2011, tengo un cargo de 19,95 € por comisión de mantenimiento. Reviso mi contrato de cuenta corriente y confirmo que está expresamente exenta de ese tipo de comisión. Después de reposar el cabreo, decido presentar una reclamación al Defensor del Cliente de Banesto, en la que denuncio como hecho más grave, además de las molestias hacia el Cliente, el incumplimiento de contrato. La reclamación tuvo entrada en la oficina de ese defensor el día 7 de febrero. A los diez días, me llama alarmado el director de la sucursal para indicarme que me han devuelto la comisión mal cobrada y que puedo ya cancelar la cuenta. Pasados otros veinte días, recibo una llamada telefónica del Servicio de Calidad de Banesto para hacerme una encuesta sobre la bondad de los servicios del banco, dado que soy un cliente preferente. La pobre que tuvo que llamarme no sabía dónde meterse ante mis respuestas. Hasta me enteré de que tenía asignado un gestor personal, que nunca conocí ni tuvo a bien dirigirse a mí. Han pasado más de dos meses desde mi reclamación y, al no recibir respuesta, iré a la Oficina de Reclamaciones del Banco de España. Esto, además de ser efectivo, les jode mucho a los bancos.

            Finalmente otra historia de hace quince días. Soy Cliente de Canal+ desde 1992. Hace quince días, no me funcionaba el decodificador. Llamo al 902 de turno y después de “marque 1, o 2, o lo que sea”, consigo hablar con un ser humano. Me indica que tengo que cambiar el decodificador en uno de sus concesionarios, o que viene un técnico a casa a cambiarlo y me cobran 20 €. Los concesionarios que me indican no tienen decodificadores y no puedo resolver el problema. Vuelvo a insistir al día siguiente y la misma canción. Cansado, marco el dígito que me pone en comunicación con el departamento de bajas. Problema resuelto. Al día siguiente viene un técnico a mi casa, me trae un nuevo decodificador último modelo, totalmente gratis. Además durante los próximos seis meses me hacen un descuento del 25 % sobre el precio de la suscripción. ¿Por qué me tengo que poner hecho un basilisco para que me atiendan?. Los de Canal+ no lo saben, pero dentro de seis meses solicito de nuevo la baja.

            En estos ejemplos podemos ver cómo funcionan de verdad las oficinas de supuesta atención al Cliente. Estas grandes empresas consideran al Cliente como a un kleenex: usar y tirar. Además, la gente somos dóciles y cómodos. ¡Para que voy a reclamar por cantidades tan pequeñas!; no merece la pena molestarse. ¿Nos hacemos una idea de los millones de euros que estas compañías se embolsan a cuenta de estas pequeñas estafas a sus Clientes? ¿Cuántos millones de Clientes tendrán Banesto, Movistar, Canal+, o cualquier gran compañía? ¿Cuántos millones de euros se estafan anualmente a los Clientes por incumplimiento de contratos, a base de muy pequeñas cantidades que no son reclamadas por desconocimiento o por comodidad? El Cliente está considerado sencillamente, como ese tonto útil que engorda la cuenta de resultados. Lo de menos es cómo. Lo que importa es cuánto.


lunes, 19 de marzo de 2012

QUERER


Anteayer estaba comprando mi periódico en el kiosko del que soy habitual y coincidí con mi vecino Álvaro. En la conversación que mantuvimos hasta casa, hablamos de los temas de más actualidad: reformas, recortes, déficit, impuestos, nuevas tasas, … … . Yo le comentaba que, en mi opinión, todo venía del mismo origen: la crisis financiera mundial y la nuestra particular. También le comentaba que la docilidad de los políticos, nacionales y supranacionales, a los  terroristas financieros  (ya les llamo así directamente) es sencillamente vergonzosa. Ponía el ejemplo de la diferencia de tributación, el 21 % de I.R.C. , de los intereses de las cuentas de ahorro que pueda percibir en un  año un ciudadano de a pie, con el impuesto del 1 % que grava a las Sicav’s, sociedades de inversión exclusivas de las grandes fortunas. Le hacía notar que el capital mínimo exigido a este tipo de sociedades es actualmente 2.400.000 euros, cifra al alcance de muy pocos y muy ricos.
En estos términos transcurría la conversación, cuando, cambiando de tema, me hizo ver que como consecuencia de los recortes, han descubierto recientemente  nuestros actuales gobernantes, empresas públicas inactivas desde 1992, con consejeros cobrando suculentas retribuciones. Claro está, esos consejeros procedían de los semilleros de los dos principales partidos políticos. Me hacía ver, lo fácil que sería evitar esto con un control un poco más fino.
          Mi interlocutor evitaba entrar en debate sobre temas fiscales. Por el contrario, yo le quería hacer ver que un presupuesto nacional, además de nivelarse con recortes, se puede nivelar con incremento de ingresos. De esta forma le recordé que el fraude fiscal estimado en España es de unos 70.000 millones de euros al año; y que solo las grandes empresas y las grandes fortunas, en 2.010, evadieron  a Hacienda 42.711 millones de euros, según informan los técnicos de Hacienda. Y que las cuotas de IVA defraudadas en el último año se estiman en 18.000 millones de euros. Como digo, a mi vecino Álvaro le costaba entrar en este terreno. Mientras yo le argumentaba que si los políticos de turno quisieran de verdad luchar contra esa lacra del fraude fiscal tan escandaloso, el resto de ciudadanos no tendríamos necesidad de apretarnos más el cinturón, él me contestaba que “eso es muy fácil decirlo, pero es difícil hacerlo”. Me indicaba un argumento que he oído repetidamente y que no me convence: “¿Y si se llevan su dinero a otro país?”. Yo le rebatía que, evidentemente, será difícil luchar contra el fraude fiscal si nadie quiere hacerlo. Mi postura era la de  exigir a nuestros políticos esa voluntad de hacerlo. Si no quiero hacer algo, malamente lo voy a hacer. Si además nuestros políticos están permanentemente “liados” con elecciones municipales, autonómicas, generales, europeas, … y tienen que “cuidar su escaño”, ¿cómo van a ocuparse de este espinoso tema, que a lo mejor les priva de su saneado sueldo?. Mi vecino callaba.
           En el siguiente cruce de calle, cambió su rumbo, nos despedimos y acabó esta conversación.
           Se me olvidaba. Mi vecino Álvaro fue presidente del Tribunal Constitucional y supongo que tendrá argumentos jurídicos de suficiente peso, para comentar y mantener fervientemente lo difícil que es luchar contra el fraude fiscal. Mi formación jurídica aunque es “de andar por casa”, me permite discernir que si de verdad se quiere luchar contra esta lacra social, se puede hacer: no es imposible. ¿O si?.  

miércoles, 8 de febrero de 2012

LA REFORMA FINANCIERA II
















         Aquella mañana fui a mi banco; hacía meses que no tenía necesidad de acudir a mí sucursal; todas mis operaciones las hacía a través de Internet o de los cajeros automáticos. Pero ese día necesitaba hablar con el director de mí oficina, porque me vencía un depósito a plazo de un año, de los de toda la vida,  y quería conocer las condiciones de la posible renovación.

          Enseguida noté algo raro; se habían producido cambios y me sentía más cómodo. El empleado al que acudía para las cosas más sencillas, me trató con una deferencia inusual. Los carteles anunciadores de los productos financieros se entendían perfectamente; no tenían letra pequeña. No ofrecían regalos por traer un depósito, por trasladar un plan de pensiones o por contratar un seguro de vida. El director me explicó, sin rodeos y de forma meridianamente clara, el depósito a un año que yo buscaba. Me informó que el tipo de interés que me ofrecía era un poco más alto por ser cliente antiguo. También me dijo, que ya no pagaría comisión de mantenimiento por la cuenta en la que mensualmente me abonan los intereses de mi depósito. “El banco, me dijo, ha decidido cuidar a su clientela más fiel”.
         Me ví transportado a veinte o treinta años atrás, cuando, a pesar de disponer de menos capacidad de ahorro, mi banco me trataba como a un cliente importante. Esta agradable sensación que estaba sintiendo la achaqué a los efectos de la “reforma financiera” de la que tanto se estaba hablando en esos días. ¡Qué bien!, pensé; volvemos a la banca de siempre. A la de operaciones sencillas para economías sencillas. Y me sentí muy satisfecho con los artífices de esta reforma.
         En ese momento, ring, ring, ring,… … sonó insistente el despertador.
Después de ducharme,  afeitarme y tomar un ligero desayuno, acudí al banco para renovar mi depósito de ahorro vencido. Todavía un poco somnoliento, crucé la puerta del banco. No había nadie a esa primera hora. Ningún empleado me saludó. Me dirigí al despacho del director, con el que había concertado mi cita a las 9 de la mañana, pero en ese momento estaba ocupado en una acalorada conversación telefónica. Tomé asiento y esperé a que terminara.
         Los carteles anunciaban un “Depósito Milagro 2012”, a un tipo mínimo de interés del 5,5 %. El depósito era de 15.000 euros en adelante, por supuesto de dinero nuevo; mi depósito vencido era de 30.000 euros. Según el anuncio era un depósito muy interesante, ya que el 50 % del depósito se colocaba a un interés asegurado del 2 %; y con el 50 % restante, el banco lo invertía en unas opciones sobre una futura concesión administrativa, para la explotación de unos huertos solares en Camerún, que al parecer iban a ser la bomba: mejor que una mina de oro.
Como quiera que el director se demoraba, me levanté y, calándome las gafas de cerca, pude leer malamente la letra pequeña de aquel cartel. Se explicaba (es un decir) que toda esa historia de las opciones y la concesión del Camerún, estaban a su vez condicionadas a que el At. de Madrid ganara la Liga (por eso se llamaría “depósito milagro”, pensé yo). También constaba en el anuncio la aprobación por parte del Bº de España.
         El director acabó la conversación telefónica y me recibió apresurado. Me contó que tenía mucho trabajo y que su director comercial ya le estaba pidiendo cuentas sobre cómo iba la campaña de colocación del “Depósito Milagro 2.012”. Le pregunté sobre ese depósito y me comentó que era lo mejor que podía hacer para renovar el que me acababa de vencer. Pero lo mío no es “dinero nuevo”, le dije. Eso se arregla fácilmente: Vd. transfiere el que le acaba de vencer, a esa cuenta que me dijo Vd. que tiene en otro banco; pasados dos o tres días, vuelve Vd. a transferir de nuevo el dinero a este banco y ya es “dinero nuevo”. Le dije que lo iba a pensar mejor y me fui, no sin antes escucharle que me advertía: “pero no lo piense mucho, que esto se acaba pronto”.
         Al volver a casa me dí cuenta de que eso de la “reforma financiera” que tan buena sensación me había dejado, era solo un bello sueño. Mi banco estaba igual que hace un año cuando abrí mi depósito a plazo. Los carteles tenían el mismo engañoso contenido, solo cambiaba el producto que anunciaban. El director, era el mismo tipo presionado y despreocupado por sus clientes: su única obsesión era ese bonus que conseguiría a base de colocar “Depósitos Milagro”, o cualquiera otra porquería que se le hubiera ocurrido a los ingenieros financieros de su banco.
¿Qué será eso de la reforma financiera de la que tanto hablan los políticos y la prensa?.

miércoles, 18 de enero de 2012

LA REFORMA FINANCIERA


            El nuevo Gobierno está muy atareado en acometer reformas y recortes. Desde luego, algo hay que hacer para salir de esta crisis que nos atenaza.
Aunque no voté al PP. en las últimas elecciones, me considero implicado en ayudarle en esa ardua tarea de reformas y recortes. Como la reforma laboral ya está más o menos ventilada, voy a ofrecer al Gobierno algunas ideas sobre lo que yo entendería fundamental y prioritario para la reforma financiera.
            En mi opinión, el mayor problema estructural que tiene la banca española es el saneamiento. El sistema financiero español es un gran edificio con unos cimientos relativamente sólidos, pero las cañerías están muy obstruidas. Algunas, puede que sean viejas. Pero el problema de la mayoría de ellas es que, por falta de mantenimiento, se han llenado de ratas, cucarachas y bichos diversos que impiden que el flujo financiero sea normal.
            En la casa donde vivo, todos los años hacen una revisión de los saneamientos y se procede a desratizar y desinfectar la finca, aunque sea de forma preventiva.
            En la banca española, estos procesos de desratización y desinfección no solo no se han hecho, sino que, durante una larga quincena de años, las ratas y las cucarachas han campado a sus anchas. Y claro está, la finca está muy deteriorada. Además, esas ratas han infectado a la mayor parte de la economía española, con total pasividad por parte de las autoridades sanitarias (Banco de España, Comunidades Autónomas, Ministerio de Economía y Hacienda) y de los ATS  (Sindicatos). Y se ha declarado una peste financiera de mucho cuidado. Los ciudadanos caen como moscas. Sin trabajo o con trabajo superprecario y agobiados por los créditos o desahuciados. Además, a esos ciudadanos, se les exige que sigan dando de comer a las ratas con sus impuestos.
            Como fácilmente puede apreciar, no ya un gobernante, sino una persona con dos dedos de frente, una de las primeras medidas a tomar para llevar a cabo la reforma financiera, sería la de una desratización y desinfección total de esas cañerías.
 Echar a las ratas y a las cucarachas, algunas de ellas muy significativas, es muy sencillo. Se sabe dónde están; se sabe lo que se han comido y de qué casa se han alimentado dejando las cañerías y los sistemas sanitarios en mal estado. Se puede saber fácilmente dónde guardan las provisiones que les quedan (que son muchas). Se pueden recuperar parte de las provisiones no consumidas. Y también se les puede encerrar en una ratonera para que no vuelvan a infectar el sistema.
Y una vez desratizado y desinfectado el sistema financiero, podremos comenzar a reformarlo. Pero ¡ojo!, como no se haga bien esa desratización y queden bichos sueltos, y no se pongan trampas y matarratas para prever que se reproduzcan, volveremos a las andadas en muy poco tiempo.