miércoles, 15 de octubre de 2014

LA PUNTA DEL ICEBERG

      En estos últimos días se está hablando mucho del escándalo de las “tarjetas opacas” de Caja Madrid (http://bit.ly/1xtYo0Z) y de la utilización que han hecho de ellas ese selecto grupo de consejeros y altos directivos de Caja Madrid y de Bankia (http://bit.ly/1xTwlIu). Todos los medios de comunicación dedican una gran parte de sus espacios a difundir detalladamente cómo y en qué gastaron esos 15,5 millones de euros de los que se está hablando. Y me parece importante que se haga así. Sin embargo creo que se nos está olvidando, el costosísimo y desastroso final que tuvo Caja de Madrid. Los 15,5 millones de euros son el chocolate del loro, la punta de un gran iceberg de ruinosas y descabelladas operaciones financieras, que nos han costado a los contribuyentes 22.424 millones de euros y al juez Elpidio Silva 17,5 años de inhabilitación.  
Ese desastroso final comenzó el 6 de septiembre de 1996, con el “Acuerdo PP-CCOO sobre Caja Madrid” (http://bit.ly/1netKI4). Este acuerdo fue el que permitió el nombramiento de Miguel Blesa, a la sazón íntimo amigo de José María Aznar, como presidente ejecutivo de aquella Caja de Ahorros. Con este enjuague, se echaba de la Caja, antes de finalizar su mandato, al anterior presidente Jaime Terceiro. A Terceiro  le había dado por pensar sobre las Cajas y llegó a la conclusión de  que: “están indefinidos tanto sus derechos de propiedad como su formulación jurídica” y también que: “Hay que aumentar la transparencia y rendición de cuentas, señalando que, de no llevar a cabo estas reformas, se originarían graves riesgos en la gestión de las mismas” (http://bit.ly/1vPqzqN).Terceiro se convertía en un peligroso enemigo. Estaba poniendo el dedo en una llaga muy delicada. ¡Mejor que se vaya!
            De esta manera dio comienzo la nefasta gestión de Blesa y de los equipos directivos de los que se rodeó. En tan solo trece años acabaron por arruinar aquella Entidad, que en 1992 fue elegida, por segundo año consecutivo, como la Caja del año, por sus índices de solvencia, rentabilidad y productividad (Revista Ranking, nº 49, junio 1992). Me atrevo a decir que Blesa ha sido el tío más inútil que ha pasado por Caja de Madrid. Nunca llegó a saber (seguramente no quiso) cuál era el objeto social de aquella Caja. A él tan solo le importaba su objetivo personal. La historia ha dado suficientes pruebas de ello. En sus trece años de mandato, se pueden encontrar las más disparatadas operaciones crediticias, totalmente impropias de una caja de ahorros; o las faraónicas y frustradas inversiones más descabelladas. Pero se me olvidaba, una vez más, que Blesa ni tenía, ni quería saber qué era eso de una caja de ahorros. Él se encontraba tan a gusto en su cortijo, con sus colaboradores lameculos,  que bien por activa o por pasiva, aprobaban unánimemente las barbaridades que se planteaban. Solo unos botones de muestra.
En 2007 Caja Madrid lidera un crédito sindicado de 4.100 millones de euros,  aportando 1.000 millones, para financiar la fusión de Martinsa-Fadesa. En julio de 2008 Martinsa-Fadesa presentó Concurso de Acreedores (Suspensión de Pagos) por importe de 7.000 millones de euros, la mayor (hasta hoy) de la historia de España. ¡Y Blesa se quedó tan tranquilo!.  
Otro ejemplo de la grandiosidad de las cagadas de Blesa. En 2009 Caja Madrid compra a Repsol, por 815 millones de euros la “Torre Foster” con el fin de convertirlo en su sede principal. La grandiosa compra de Blesa no tuvo el destino que él había pensado: convertir la torre más alta de Madrid en la sede de su cortijo. A los cuatro años de irse Blesa, en octubre de 2013, el fondo soberano Abu Dhabi IPIC, propietario de Cepsa, firmó con Bankia una operación por la que petrolera ocupará, en régimen de alquiler, el rascacielos como sede. De esta manera Bankia se quitó un problema de mucho cuidado. ¡Y Blesa tan tranquilo!.
Y la que yo creo que fue, no ya una cagada, sino una estafa en toda la regla. Me refiero a la emisión y colocación en el año 2009 de 3.000 millones de euros en Participaciones Preferentes (http://bit.ly/11oZpgv). El 99 % de esas Participaciones se colocaron entre clientes particulares a los que se engañó, siguiendo las directrices marcadas por los máximos responsables de  Caja Madrid. Y, como siempre, ¡Blesa tan tranquilo!  
Hay que reconocer que es muy difícil conseguir lo que consiguió este inútil en tan poco espacio de tiempo. Bien es cierto que contó con la inestimable colaboración de un equipo de lameculos y desvergonzados en la cúpula directiva; y con todos los partidos políticos, todos los sindicatos y todas las organizaciones empresariales. Además, tanto la Comunidad de Madrid como el Banco de España pusieron, no ya su granito de arena, sino arena a espuertas. Y entretanto, los contribuyentes aportando, según las cifras publicadas, 22.424 millones de euros. Esta es la cifra que a mí me parece importante, que no debemos olvidar y que debemos exigir a los responsables de tanto despilfarro.
Pero me temo lo peor. Hay tantos intereses por medio, tanta gente implicada (pringada diría un castizo), que, como en tantas otras estafas y engaños producidos en los últimos tiempos en este país, al final todo este asunto quedará en agua de borrajas. Y los 22.424 millones de euros se perderán. ¡Qué pena de país!.


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