lunes, 7 de marzo de 2016

REFLEXIONES POSTELECTORALES

Desde la celebración de las elecciones del pasado 20 de diciembre, estamos en una situación de provisionalidad gubernamental: “Gobierno en funciones”. Y todos nuestros políticos, todos, sean del partido que sean, “tan panchos”. Entretanto los ciudadanos que acudimos a esas elecciones, el 73,20 % del censo electoral, es decir más de 25 millones, nos encontramos en un estado de incertidumbre, de impotencia y de cabreo, considerables. ¿Para qué ha valido nuestra opinión, nuestro voto?. ¿Son conscientes los políticos, repito, del partido que sean, que su cometido es atender los deseos de los votantes? Tengo mis dudas.

            Se da la circunstancia de que en estas elecciones, nosotros los ciudadanos, hemos considerado oportuno no votar masivamente a los de siempre. Nuestro voto ha estado muy diversificado y ha querido decir a los políticos, repito, a todos, que se tienen que poner de acuerdo para gobernar un país en el que los ciudadanos han expresado que se acabó eso de dos bandos: izquierdas y derechas. Y que tan importante es el voto a un partido tradicional como a otro emergente.

            Para desgracia de los votantes-ciudadanos, creo que estamos constatando sobradamente que los diputados electos tienen una dimensión humana muy baja. Les importa un bledo la ciudadanía y el mensaje recibido en las urnas. Además, son incapaces de algo tan importante como dialogar y negociar. Todos, cada cual a su estilo, parten de la premisa de sus “líneas rojas”, de que sus electores no comprenderán que negocien, con los que han elegido otros ciudadanos, siendo esos otros ciudadanos tan importantes como sus electores. Nuestros políticos solo piensan en estos momentos en “calzarse” un buen puesto en el futuro Gobierno. Al ciudadano que le den. Al “tonto útil” que elección tras elección sigue siendo manipulado, que le den. Ellos entretanto solo tienen una única obsesión: poner a parir al de enfrente y chupar cámara en los informativos. Además cuentan para ello con la inestimable colaboración activa de los medios de comunicación, que consiguen llenar horas y horas de programación con entrevistas, reportajes y rifirrafes entre los distintos cabezas de lista de los diferentes partidos.

            Me considero engañado y manipulado por toda esta gente. Cada vez tengo menos confianza en ningún político, sea del color que sea. Y todo esto sin hacer mención a ese fenómeno que se produce a diario: la corrupción. Tengo, cada vez más la sensación, de vivir en una sociedad que considera normal el saqueo al  bien público; a esos bienes que son de todos nosotros y que son utilizados en beneficio de una panda de golfos debidamente distribuidos en los diferentes partidos políticos.


            Conclusión personal: conmigo que no cuenten para seguir siendo “tonto útil”. Votaré en todas las elecciones futuras, porque no quiero dejar de ejercer mi derecho, pero votaré en blanco o nulo. El día que entienda que se produce una regeneración ética entre los políticos, pensaré de nuevo en votar a alguien.